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Las tristes imágenes que nos hacen sonreír

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La mañana del 7 de octubre fue la más brillante de la semana y, a pesar de ser lunes, las personas pasaban por la calle con una sonrisa en la cara. A las 11 de la mañana, la Calle de Hortaleza, en Chueca, estaba llena de movimiento, desde turistas que caminaban en dirección a la Gran Vía hasta trabajadores en los establecimientos de la zona.

Hace unos días la habíamos visto anunciada por las calles de Madrid. Desde el 4 de octubre en el Colegio Oficial de Arquitectos, la exposición “World Press Photo 2019” es una atracción para cualquiera que ama la fotografía, el fotoperiodismo o simplemente está interesado en los eventos culturales que tienen lugar en la ciudad.

En el Colegio de Arquitectos, el contraste entre el movimiento en su interior y exterior era evidente. Las puertas estaban abiertas al público hace unos minutos, y además de la seguridad y la recepcionista, solo tres o cuatro personas ya estaban en el espacio dedicado a la exposición.

Los cuatro euros solicitados para la entrada parecían ser más que un valor justo a pagar. World Press Photo es conocido desde 1955 por organizar la mayor distinción de fotoperiodismo del mundo, y España (Madrid) es afortunadamente uno de los 40 países elegidos para su exposición.

Cuando comienzas a ver la exhibición, no sabes a qué te diriges. Es de conocimiento más o menos común que hay 140 fotografías en total y poco más que eso. Mientras caminas, ves el fenómeno ante nuestros ojos. No es más ni menos que la realidad mundial en 2019, retratada por la lente de algunos de los fotógrafos más brillantes de la escena internacional.

La imagen que más llama la atención es la del estadounidense John Moore de Getty Images, que fue votada como la foto del año por World Press Photo. En esto vemos a una niña hondureña llamada Yanela Sánchez, llorando mientras su madre, Sandra Sánchez, es detenida por funcionarios fronterizos estadounidenses en McAllen, Texas, el 12 de junio de 2018. Moore considera que la imagen es impactante y toca los corazones de las personas porque humaniza una historia mucho más grande de lo que se representa.

Y es de las historias que se hace toda la exposición. En los tres corredores para él, están surgiendo nuevas caras curiosas, y al mismo tiempo impresionadas por formas de arte tan distintivas, pero familiares. La gente mira realidades lejanas mientras vive en su propia realidad. Un padre y una hija adolescente debaten detalles de la fotografía de Moore, como si fuera una acuarela u otro tipo de pintura. Pero no. Y la proximidad distante a las obras fotográficas nos hace olvidar que estos son eventos reales.

A la salida de la exposición, hay varias sonrisas. No porque las historias divulgadas a través del lente de John Moore, Pieter Ten Hoopen y otros fotoperiodistas sean graciosas. Las sonrisas se deben a la pluralidad y complejidad de las imágenes en que consiste nuestro mundo. A nuestro lado, todo el tiempo, se escriben nuevas líneas de vida. Y eventualmente necesitamos estas exhibiciones para darnos cuenta de eso.

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